Luego de laborar por más de treinta años en la empresa y pasar la edad mínima para jubilarse, Cecilia piensa que ya es momento de lograr su independencia laboral y crear su propia empresa. Sabe que, a pesar de la incertidumbre, a su esposo no le desagradaría la idea. A partir de ese momento, pasa por su mente una serie de futuros escenarios viéndose como jefa, por un lado; mientras que por otro, es consciente que no sabe cómo empezar ni qué tipo de negocio abordar. Por un momento recuerda que tiene una vecina, amiga de años, quien cocina muy bien y es la primera idea que se le viene a la mente. Recuerda también que su esposo tiene un amigo que tiene una empresa en el rubro textil y que podría darle algunos consejos. Está muy entusiasmada con la idea pues sabe que con la experiencia de su esposo, como gerente de una empresa grande, la gestión de la misma podría estar asegurada.
Después de unos días, algunos allegados a la familia enterados de las intenciones de Cecilia, le sugieren -entre otras ideas- confeccionar polos, abrir una bodega, un restaurante, una discoteca, un karaoke u otro similar que, según ellos, "no representaría mayor riesgo" para ella ni para su familia. Pero ¿será así de sencillo?
Hacia fines de la década de los 80, nuestro país atravesaba por una de sus peores crisis económicas lo que conllevó al cierre de muchas empresas. Entre los primeros negocios que cerraron podrían haberse encontrado aquellos relacionados al sector de entretenimiento y dentro de éstos, los cines. Mientras conforme se acentuaba la crisis, es probable que los supermercados fueran los últimos. Pero ¿por qué? La respuesta podría estar explicada por la llamada “Jerarquía de las necesidades” de Abraham Maslow, donde plantea que hay un conjunto de necesidades que las personas vamos a cubrir antes que otras y podría ser importante conocerlas para poder orientar una idea de negocio. En primer lugar ubica a las necesidades Fisiológicas; aquellas representadas por alimentación, ropa, descanso, etc. En segundo lugar figuran las de Seguridad, como trabajo y salud. Luego vendrían las necesidades de Pertenencia, tales como las de tener una relación o las de formar parte de un grupo o asociación. Posteriormente ubica a las necesidades de Estima, donde se obtiene reconocimiento o el respeto de otros y, finalmente, las necesidades de Actualización, como las de educación y capacitación. Queda claro que, en tiempo de "vacas flacas", lo primero que uno buscará hacer es cubrir sus necesidades fisiológicas (supermercados como sinónimo de alimentación); mientras que conforme vaya "engordando la vaca” podría ir escalando -en la jerarquía de Maslow- hacia otras (cines como sinónimo de entretenimiento). Pues aquí la pregunta cae por su propio peso ¿podría alguien pensar en entretenimiento si apenas puede cubrir sus necesidades de alimentación? Está claro que quizá algunos podrían cuestionar el orden antes indicado o los distintos tipos de necesidades incluidas y, obviamente, no todos nos ubicaremos exactamente en dicha jerarquía pero conociendo que ellas existen, se podría minimizar el margen de error en la elección del tipo de negocio a invertir. Por ello, antes de aventurarse en una idea negocio, debería hacerse por lo menos estas preguntas: 1. ¿Quiénes características tienen mis futuros clientes? (mercado potencial) 2. ¿Dónde me ubicaré? (zona de acción) 3. ¿Qué necesidades aún no están cubiertas? (Jerarquía de Maslow) 4. ¿Cómo me identificarán en el mercado? (atributo de diferenciación, materia de un siguiente artículo). Ahora que sabe que tenemos un orden de necesidades que cubrir, téngala en mente cuando de poner un "negocio" se trate. A no perder de vista Un error frecuente podría ser el asumir que mi jerarquía de necesidades será también la que mi público objetivo seleccionará, pero cuidado pues no necesariamente será así.
Por Golver Maicelo Ruiz
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