De entre todas las características de la personalidad que tenemos los seres humanos para mostrar al mundo hay una en particular que es difícil de reconocer en nosotros mismos y que nos puede traer consecuencias en el mundo del emprendimiento, se trata, como el título de este artículo adelantó, del ego, esa característica que tienen algunos seres humanos donde necesitan mostrar siempre que saben más de algo o que son particularmente sobresalientes en un área.
Mi experiencia me ha demostrado que las personas que manifiestan una necesidad imperiosa de mostrar al mundo que saben mucho de un tema o que son los mejores en determinada circunstancia no son más que personas inseguras en su interior, y con algunos temas de autoestima por tratar. Cada uno de nosotros sabe el valor que tiene en sus distintos escenarios, el que es buen hijo lo sabe y no se lo dice a sus tías todos los días, lo mismo pasa con un buen estudiante, recibe los halagos de sus orgullosos padres y profesores, pero no tiene la necesidad de manifestarlo en cada espacio donde está.
En el ecosistema del emprendimiento suceden varios fenómenos muy interesantes y que están íntimamente relacionados con las personalidades de los emprendedores. Un buen emprendedor debe tener ciertas características como seguridad, confianza, empatía, capacidad de negociación y especialmente la capacidad de escucha, pero cuando hablamos específicamente de méritos y conocimientos el emprendedor debe ser no menos que humilde ya que cuando estamos haciendo networking en un evento de emprendimiento es muy fácil entrar en un torbellino de egos donde está el que ha vendido más que los demás y por supuesto el que es, al menos en su opinión egocéntrica, el más sobresaliente y preparado de los emprendedores. A nadie le gustan los presumidos. Cuando estamos en una comunidad de emprendimiento es muy común alegrarse por los logros de los demás, celebrarlos como si fueran propios e incluso facilitar la continuidad de esos logros, y en el caso de los errores y los desaciertos los emprendedores han aprendido a reírse, a levantarse y también a aprender de la experiencia de los demás, aunque muchos se atreven a probar donde otros emprendedores han fracaso y resultan triunfadores generalmente porque no saben que pueden fallar y eso también es algo maravilloso. Cuando tenemos todas estas dinámicas sociales de interacción, networking y trabajo colaborativo ¿Qué pasa cuando nos topamos con un presumido? El resultado la mayoría de las veces es un cierre inmediato de nuestra intención, es inevitable el pensamiento “Si esta persona es tan buena en realidad no necesita mi ayuda” o quizás “Esta persona es tan presumida que ni siquiera puedo seguir hablando con ella”, la pregunta más importante es ¿Qué carencia emocional tiene esta persona para recurrir a la presunción de forma recurrente? No malinterpretemos el hecho de ser humildes con disminuirnos o subestimarnos, una dosis de orgullo y autopromoción nunca están mal, pero cuando lo hacemos de forma pedante y recurrente no podemos sino causar malestar en el otro. Si lees esto y crees ser una persona egocéntrica ya diste el primer paso, reconocerlo, aunque no lo admitas en público ya diste un paso gigantesco, por el contrario, si eres una persona que tiende a ser mucho más humilde recuerda aprovechar ciertos espacios para auto-promocionarte, no siendo egocéntrico ni presumido sino más bien sutil y al mismo tiempo directo. El ego es un enemigo de todos los emprendedores y de cierta forma es una característica incompatible, aún no conozco el primer emprendedor autosuficiente que haya construido una empresa exitosa sin el apoyo de al menos otra persona, así que recordemos siempre que solo hay una oportunidad para la primera impresión y que a nadie le gustan los presumidos.
Por Jonathan Castro
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