Cuando decidimos convertirnos en emprendedores, la mayoría de las veces no lo hacemos simplemente por desafiar el estatus quo, o por llevar la contraria a lo que algunas personas esperan de nosotros, sino que buscamos respuestas a preguntas que pasean por nuestra mente relacionadas con nuestro futuro, nuestro tiempo y especialmente nuestra libertad.
Convertirse en emprendedor es una experiencia maravillosa, pero seamos realistas, no es nada sencillo si sumamos factores como poco apoyo gubernamental para los emprendedores, insuficientes programas dirigidos al desarrollo y promoción del emprendimiento y una cultura de poca valoración al emprendedor, esta última relacionada específicamente con los núcleos familiares donde es común que los padres, tíos y abuelos vean como un “desperdicio” de tiempo que las personas emprendan en lugar de tener un ingreso fijo y una “seguridad económica”. Se entiende que en culturas tan arraigadas al trabajo dependiente, como las de los países latinoamericanos, haya cierto recelo al emprendimiento, pero esta realidad ha venido cambiando a través del empoderamiento de emprendedores que han decidido tomar las riendas de su futuro.
Ser emprendedor es además de un estilo de vida un compromiso que hacemos con nosotros mismos en donde sabemos que es posible fallar, pero es esa posibilidad de fallo e incertidumbre la que nos prepara para cuando sea el momento de triunfar. Un emprendedor no tiene miedo de triunfar y empezar en mercados y en rubros desconocidos para él porque lo que lo motiva es la experiencia de aprender en el proceso siendo el quien dirige su tiempo, sus recursos y su futuro. Un núcleo familiar que apoya al emprendedor de la familia es un grupo de personas que comprenden y valoran el esfuerzo que ese miembro está realizando para cambiar su realidad, seguir sus sueños y especialmente confiar en su intuición, pero no siempre es así, muchos padres obligan a sus hijos a estudiar una carrera profesional en particular o a trabajar en un empresa u organización simplemente porque es su deseo sin considerar los sentimientos, deseos y aspiraciones de sus hijos. Una persona que no es capaz de decidir lo que desea hacer con su tiempo y como construir su futuro será un profesional frustrado. El apoyo de la familia en el proceso de emprendimiento es importante pero no es imprescindible, así que si tú que lees este artículo no estás recibiendo el apoyo que mereces de tu familia no te rindas, confía en lo que haces y no hagas las cosas para demostrarles que sí podías, alcanza las metas para demostrarte a ti mismo que si valió la pena. Es hora, no importa si tu familia no está allí para ti, siempre contarás con amigos y con personas que te apoyen y especialmente siempre contarás con tu intuición que te guiará para poder hacer tu emprendimiento una realidad. Si deseas inspirarte un poco más acerca de este tema te recomendamos una excelente película que describe perfectamente lo descrito anteriormente, se titula “Joy: el nombre del éxito” con la artista Jennifer Lawrence, seguro que te encantará. Sea cual sea la postura de tu familia con tu emprendimiento desde Lima Emprende abrimos nuestras puertas para que conectes, te desarrolles y puedas acceder a recursos para potenciar tu emprendimiento, nosotros creemos en ti ¡Adelante!
Por Jonathan Castro
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